"BIENVENIDO"

No es fácil decir estas palabras:

BIENVENIDO (A) GRACIAS POR SU VISITA.

Sabemos que si nos visitas es porque compartimos el mismo duelo: La partida de un hijo (a) (s).

ESTE ESPACIO FUE CREADO COMO UN LEGADO DE AMOR y ES PARA COMPARTIR "Un Proceso para la Transformación del Dolor en Crecimiento Existencial".

PEDIMOS AL CREADOR QUE ALGUNA DE LAS PALABRAS QUE LEAN, EN ÉSTE, LES AYUDE Y LES DE ALIENTO PARA CONTINUAR:
" AMIGA (O) DEL CAMINO, UN ÁNGEL NOS UNE".

(Si tienen algún comentario, les invitamos a realizarlo, en la parte de los comentarios o en los foros, accediendo a través de los links)

http://padresenduelounangel.foroactivos.net/forum

http://boards5.melodysoft.com/Padresenprocesodeduelo/1.html

A DONDE IR:

7 PASOS PARA LLEVAR UN PROCESO EN EL DUELO: Proceso de Duelo

Compartimos nuestros Testimonios y experiencias vividas: Compartiendo nos ayudamos mutuamente, ya que, como personas que estamos viviendo el duelo por la muerte de nuestro hijo (a). Es precisamente ayudando a un hermano que sufre donde se encuentra la respuesta. FORO - CHAT(REGISTRARSE/MIEMBROS):

http://padresenduelounangel.foroactivos.net/f10-nuestra-experiencia-vivida

RECUERDOS FAMILIARES: https://sites.google.com/site/nuestroangelnosune/

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lunes, 5 de octubre de 2009

El lenguaje del sufrimento

Cuando sufrimos el duelo producido por una muerte, separación o pérdida de cualquier índole, es como si nos metiéramos en un espacio totalmente oscuro, nos aterramos y entramos en un laberinto emocional, en el cual nuestro niño interno queda en la más completa desolación. En nuestra cultura poco se nos explicó de la muerte. A todos, sin excepción nos toca pasar por alguno de estos trances que involucra pérdida, separación o muerte y que maravilloso sería tener en esos momentos una buena linterna para librarnos de tanta oscuridad, o simplemente prestar esa luz a alguien que en nuestro entorno la necesite. Cuando se va alguien de la vida, sentimos la muerte en cada entraña, en cada célula, y el panorama que vemos sólo revela sombras. Aprender a caminar en medio de éstas, limpiar nuestros archivos emocionales, perdonar nuestra rabia porque se fue; será lo único que nos permita no encerrar nuestro corazón en una jaula o ponernos una larga armadura que nos proteja o inhiba de vivir alguna experiencia emocional nueva. Vamos a vivir la emoción, honrar la experiencia para convertirla en vivencia, limpiar dentro de ti las culpas o reproches y darle a la persona o suceso el lugar que le corresponde en tu mundo emocional, de modo tal que no impida tu felicidad.
Carlos FragaUn viejo doctor en medicina general me consultó sobre la fuerte depresión que padecía. No podía sobreponerse a la pérdida de su esposa, que había muerto hacía dos años y a quien él había amado por encima de todas las cosas ¿De qué forma podía ayudarle? ¿Qué decirle?

Pues bien, me abstuve de decirle nada y en vez de ello le espeté la siguiente pregunta:

-¿Qué hubiera sucedido, doctor, si usted hubiera muerto primero y su esposa le hubiera sobrevivido?

-¡Oh!, -dijo, ¡para ella hubiera sido terrible, habría sufrido muchísimo!

A lo que le repliqué:

-Lo ve, doctor, usted le ha ahorrado a ella todo ese sufrimiento; pero ahora tiene que pagar por ello sobreviviendo y llorando su muerte.

El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio.

Dr. Viktor Frankl



Aunque muchos se nieguen a aceptarlo, la muerte es un acontecimiento natural. Tarde o temprano, todos morimos, y sin embargo la mayoría de nosotros preferimos no pensar en ello.

Esta actitud evasiva se refleja en el lenguaje: hablamos de «pasar a mejor vida», de «descansar en paz» o de «encontrarse con el Creador», no de «morir».

Aunque podamos racionalizar la idea de la muerte, son pocos quienes aceptan la muerte de todo corazón como una fase inevitable de la vida.

La mayoría sólo nos percatamos de la necesidad de esta aceptación cuando súbita e inesperadamente un ser querido o alguien muy próximo muere. Entonces nos enfrentamos a un fuerte desafío.

Guardo un vivo recuerdo del día en que mi tío me llamó por teléfono desde Irán para darme la noticia de la muerte de mi abuela. Entonces yo vivía en Italia y no pude asistir al funeral. Compungido y deprimido, la lloré varios días.

Me imaginaba a la abuela y entonces me estremecía de nuevo al constatar que nunca volvería a verla. También me sentía culpable por no haber respondido adecuadamente al amor y los sacrificios que dedicó a mi familia.

Por suerte, contaba con un grupo de amigos y parientes. Ellos fueron mi equipo de apoyo. Siempre dispuestos a escucharme y ofrecerme el hombro, me ayudaron en mi aflicción, por más que la mayor parte del tiempo se limitaran a prestarme atención.

Otra muerte que me afectó sobremanera fue la de mi padre. Murió tras siete años de sufrimientos a consecuencia de un accidente de automóvil. A pesar de que a lo largo de los dos últimos años su salud se había deteriorado drásticamente, la noticia me conmocionó. Pocos meses antes de morir sufrió un infarto.

Los médicos nos dijeron que su cuerpo era tan frágil que efectuar un masaje cardíaco en caso de emergencia le habría roto las costillas, causándole más daño. Aconsejaron a la familia que autorizara por escrito a no resucitar a mi padre en caso de emergencia, permitiéndole morir. La familia lo discutió y aceptó el consejo de los médicos.

Cuando él estaba enfermo, jamás pensé que su muerte dejaría un vacío tan grande en mi vida. Creía que estaría acostumbrado a su ausencia, pues pasó en cama el último año de su vida sin poder articular palabra. Lo único que podía hacer era mostrar que percibía mi presencia con una sonrisa o gesto de asentimiento.

No me daba cuenta de lo mucho que lo echaría de menos. Hasta después de su muerte no me percaté de la poderosa presencia que suponía en mi vida.

Aunque su cuerpo y su mente agonizaran, su espíritu me había afectado vivamente durante mis visitas. ¿Cómo explicar, si no, esa sensación de vacío que siguió a su desaparición?

Durante las primeras semanas después de la muerte de mi padre, soñaba con él todas las noches. Algunos de esos sueños eran plácidos y otros pesadillas perturbadoras.

Gradualmente, a lo largo de un período de tres a cuatro meses, los sueños se fueron haciendo menos frecuentes. Parece como si el subconsciente hubiera necesitado ese lapso de tiempo para resolver sus asuntos pendientes.


La vida es un viaje interminable de crecimiento y desarrollo, y la muerte no significa forzosamente el final de la vida. Esta creencia me ayudó a aceptar la muerte de mi padre. Me ayudó a recordar que ahora estaría más cerca de mí que cuando estaba postrado en la cama.

Ahora su espíritu se vería libre de las limitaciones de un cuerpo y una mente debilitados. No dejó de ser mi padre al morir: sigue siendo mi padre y sigo siendo su hijo. Nuestra relación filial ha proseguido en un nivel más elevado.

Los sentimientos que acompañan a la aflicción -conmoción, negación, cólera, culpa, depresión- son naturales e inevitables, pero son nuestras respuestas ante semejante experiencia las que marcan la diferencia y pueden transformar el significado del acontecimiento más trágico.

Estamos a cargo de nuestras emociones y comportamiento. Quizá no seamos capaces de evitar la muerte de un ser amado, pero podemos elegir la forma de responder ante ella.

Podemos responder con actitud destructiva, llorando sin cesar, negándonos a comer o a ocuparnos de nuestra salud, mostrándonos agresivos con los demás o con nosotros mismos, o abusando de las drogas y el alcohol. O bien podemos responder de formas más creativas y espirituales.

Si tenemos creencias religiosas, podemos recuperar el equilibrio mediante la fe en el Creador y la vida del alma después de la muerte. Podemos rezar, hablar y manifestar nuestras emociones creativamente, aceptar la muerte como un «mensaje de alegría» y contemplar nuestra aflicción como una prueba de crecimiento espiritual.

Dr. Arthur Rowshan

Cuando tenía seis años, yo tenía neumonía y compartía mi habitación en el hospital con otra niña. Nadie entraba a vernos ni a hablar con nosotras de nada. Hablábamos un poco una con otra, pero la mayor parte de nuestra conversación era no verbal.
Una noche, antes de irnos a dormir, no intercambiamos ninguna palabra. Pero yo sentí que se estaba produciendo una comunicación entre nuestras mentes. Al recordarlo, veo que fue una comunicación telepática. Ella me decía que iba a morir esa noche. Cuando me desperté al día siguiente, su cama estaba vacía. Se había ido. Más tarde me enteré de que efectivamente había muerto. Sentí su presencia conmigo, y ese día supe con certeza que somos algo más que cuerpos.

Elisabeth Kübler-Ross


Me pregunto por qué ella tuvo que sufrir tanto en aquel avanzado estado de melanoma. Sabía que el sufrimiento era una de las alforjas de aquel viaje y que siempre conducía a una mayor satisfacción. Sin embargo, seguía preguntándome ¿por qué? ¿por qué le ha ocurrido a esta hermosa mujer a la que tanto amor profeso? Al adentrarse en los últimos momentos de su vida, comprendí que la tranquilidad había hecho mella en mi madrastra, de que sus ojos mostraban una mirada serena y satisfecha a un tiempo y de que daba la impresión de penetrar en un nuevo reino colmado de dicha, al desprenderse de su cuerpo. Ya no padecía sufrimiento alguno, pues el dolor sólo se experimenta en la forma. Ella era libre.

Ram Dass


Todos somos seres humanos con capacidad de decisión, y decidimos en mayor o menor grado hacer todo lo que hacemos. Cada pensamiento, cada sentimiento, cada deseo, cada expectativa y cada expresión es fruto de una decisión que en su mayor parte se toma de forma subconsciente.

Erik Blumenthal


Lágrimas, que ahogan mi corazónLágrimas, palabras del almaLágrimas, mi mudo lenguaje de amor

Cristian Castro

martes, 11 de agosto de 2009

Sobre el Cómo Ayudarnos y Ayudar a Otros a Enfrentar la Muerte de un Ser Querido

Esta vez les recomiendo una página que localice acerca del Duelo, me pareció muy interesante y por eso la anexo al blogger: "Padres en Proceso de Duelo, Un ángel nos une" así como en su foro filial http://padresenduelo.foroactivo.net/forum.htm

EL DUELO
Sobre el Cómo Ayudarnos y Ayudar a Otros a Enfrentar la Muerte de un Ser Querido
Biblioteca Básica de Tanatología

Autor: Dr. J. Montoya Carrasquilla, MD, MSc
http://montedeoya.homestead.com/duelos.html


Aunque la experiencia de la pérdida de una persona amada es parte inevitable de la vida adulta, aunque la probabilidad de tal pérdida aumenta cuando el individuo se envejece o cuando se vive en zonas de mucha violencia, aun cuando sabemos que es una experiencia traumática y muy dolorosa, TODOS SABEMOS QUE PERDER UN SER QUERIDO ES UNA DE LAS TRAGEDIAS MÁS GRAVES QUE PUEDEN SUCEDERNOS

"En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele"
J. Montoya Carrasquilla, 1998

Dr. J. MONTOYA CARRASQUILLA
FORMACIÓN ACADEMICA
Licenciado en Medicina y Cirugía por el Instituto de Ciencias de la Salud (CES; Medellín, Colombia) el 23 de Noviembre de 1984 (promoción 1984). Homologación al título español de Licenciado en Medicina y Cirugía N1 001139/1053. Número de Colegiado 41/12.909. Tarjeta Profesional de Médico-Registro Médico (Colombia): 01-199/1986. Título de Especialista en Gerontología Clínica y Experimental-Psicogerontólogo (gerontopsiquiatra) por la Universidad Autónoma de Madrid (Instituto Universitario de Investigación Gerontológica y Metabólica, Hospital de la Princesa; promoción 1987-1991), homologado a Magister en Investigación Gerontológica con énfasis en Psicogerontología por el ICFES (resolución 00226 del 18 de Febrero de 1999). Formación en Cuidados Paliativos e Intervención Psicosocial en Enfermos Terminales por el ICEPSS, promoción 1994-1995. Promotor de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de La Princesa, Madrid, y de posterior creación.
http://montedeoya.homestead.com/cv.html


DECÁLOGO DEL ACOMPAÑANTE DE DUELO

Para aquellos que quieren acompañar y ayudar a otros que han perdido seres queridos
1. Leeré y me informaré de todo lo relacionado con el duelo, la aflicción y el luto. De esta forma mi ayuda será más efectiva.

2. Permitiré y animaré la expresión de los sentimientos de dolor y tristeza por la pérdida del ser amado, sin salir huyendo ante la expresión de los mismos.

3. Estarán siempre mis oídos atentos para escuchar el dolor, la tristeza, la rabia, la frustración, la soledad y todos los otros sentimientos que acompañan a la aflicción.

4. Prestare, indefinidamente y mientras sea necesario, mis hombros, mis brazos y mi pecho como consuelo para sostener la afligida existencia de mi hermano adolorido.

5. No esperaré a que el deudo busque ayuda, tomaré siempre la iniciativa visitándolo o llamándolo.

6. Contribuiré a que el apoyo y la comunicación efectiva de la familia sean los instrumentos más efectivos que faciliten la recuperación por la pérdida del ser amado.

7. Respetaré las diferencias individuales en la expresión del dolor y en la recuperación del mismo.

8. Estaré atento a la presencia de reacciones anormales o distorsionadas del duelo.

9. Animaré la realización de todas las actividades necesarias para la promoción, mantenimiento de la salud y prevención de enfermedades durante el duelo.

10. Una vez alcanzada la recuperación, animaré y colaboraré en el establecimiento de grupos de auto-ayuda en mi vecindario.

miércoles, 10 de junio de 2009

El duelo y su atención

El duelo y la atención primaria de salud

La atención primaria es el nivel asistencial ideal para ayudar a las personas en duelo.
En muchas ocasiones el médico asiste de su enfermedad al familiar fallecido, en el domicilio, estableciendo una relación especial con la familia en este periodo tan crítico para ella. En otras ocasiones, las mas habituales, el fallecimiento se produce fuera del domicilio y el doliente acude a su médico de familia con una confianza casi natural, porque ya le conoce y está habituado a mostrarle los aspectos más vulnerables de sí mismo, sabe que puede expresar sus emociones en un ambiente seguro y, a la vez, mantener una circunstancia social normalizada, que no implica el estigma de la psiquiatría.

El médico de familia es el único especialista del ámbito sanitario al que acuden normalmente los dolientes y el único que puede atender la morbilidad asociada al duelo, así como el dolor, la disfunción y la incapacidad ocasionados por el conjunto de circunstancias personales, familiares y sociales que conlleva el proceso del duelo.

Preguntados los dolientes sobre la ayuda que desearían recibir del personal sanitario, solicitan consultas programadas, consejo médico, visitas domiciliarias, y que siempre que acudan a la consulta se interesen por su pesar.

¿Cómo puedo saber si una persona en duelo necesita ayuda profesional?

Hay varias situaciones en las que la intervención está claramente indicada:

El doliente pide ayuda expresa para su proceso.
El profesional valora que la ayuda es necesaria.
Existen varios predictores de riesgo asociados.
Detectamos pistas que nos orientan hacia un posible duelo complicado.

Predictores de riesgo de mala evolución del duelo

La muerte siempre va asociada a unas circunstancias que se pueden desglosar en: causa de la muerte; quién era el fallecido para el doliente y tipo de relación entre ellos; personalidad y recursos psicoemocionales del doliente; y finalmente la situación familiar, social, laboral, cultural, etc. que está viviendo el doliente en esos momentos. Este conjunto puede ser considerado normal, en el sentido de que no añade por sí mismo dificultades a las ya propias del duelo, o por el contrario puede complicarlo enormemente.

Podemos considerar predictores de malos resultados o de dificultades en la elaboración del duelo, los siguientes:

Muertes repentinas o inesperadas; circunstancias traumáticas de la muerte (suicidio, asesinato)
Pérdidas múltiples; pérdidas inciertas (no aparece el cadáver).
Muerte de un niño, adolescente, (joven en general).
Doliente en edades tempranas o tardías de la vida.
Muerte tras una larga enfermedad terminal; muerte por SIDA
Doliente demasiado dependiente; relación ambivalente o conflictiva con el fallecido.
Historia previa de duelos difíciles; depresiones u otras enfermedades mentales.
Tener problemas económicos; escasos recursos personales como trabajo, aficiones.
Vivir sólo; poco apoyo sociofamiliar real o sentido; alejamiento del sistema tradicional socio-religioso de apoyo (emigrantes).
Crisis concurrentes, laborales, económicas, judiciales....

Duelo Complicado

Para saber si estamos ante un duelo complicado nos pueden servir de ayuda los criterios diagnósticos del "Trastorno por Duelo Prolongado" de Prigerson, Vanderwerker & Maciejewski (2007) propuestos para el DSM-V:

Criterios diagnósticos del "Trastorno por Duelo Prolongado" propuestos para el DSM-V.
Criterio A Presentar a diario, al menos uno de los siguientes síntomas:
Pensamientos intrusivos -que entran en la mente sin control- acerca del fallecido.
“Punzadas” de dolor incontrolable por la separación.
Añorar -recordar su ausencia con una enorme y profunda tristeza- intensamente al fallecido.

Criterio B Presentar a diario, al menos 5 de los 9 síntomas siguientes:

Estar confuso acerca de cual es el papel de uno en la vida, o sentir que se ha muerto una parte de sí mismo.

Dificultad para aceptar la realidad de la pérdida.

Tratar de evitar todo lo que le recuerde que su ser querido ha muerto.

Sentirse incapaz de confiar en los demás desde el fallecimiento.

Estar amargado o enfadado en relación con el fallecimiento

Sentirse mal por seguir adelante con su vida (p. Ej. hacer nuevas amistades o interesarse por cosas nuevas).

Sentirse frío e insensible -emocionalmente plano- desde el fallecimiento.

Sentirse frustrado en la vida, que sin el fallecido su vida está vacía y no tiene sentido.

Sentirse como “atontado”, aturdido o conmocionado.

Criterio C La duración de estos síntomas es de al menos 6 meses.

Criterio D Estos síntomas causan un malestar clínicamente significativo o un importante deterioro de la vida social, laboral u otras actividades significativas (p. Ej. responsabilidades domésticas) de la persona en duelo.


¿En qué consisten los Cuidados Primarios de Duelo?

Los Cuidados Primarios de Duelo (CPD) son una guía de actuación, para ayudar a una persona en duelo en el nivel primario de atención. Se definen por unos objetivos, una estrategia para conseguirlos y unas técnicas a aplicar.

Objetivo generales de los Cuidados Primarios de Duelo:

Prevención primordial: educar en la muerte y el duelo a no dolientes; bien sea población general (charlas informales en asociaciones, conferencias en institutos…), población consultante (hablando en consulta, nuestra actitud…) o profesionales sanitarios (seminarios, talleres, guías como la presente...).

Prevención primaria: cuidar que la persona elabore su duelo de la manera más natural y saludable posible -saliendo incluso crecida de la crisis- y que no enferme.

Prevención secundaria: detectar precozmente el duelo complicado, para poder establecer una terapia temprana y/o derivar a otro nivel, y realizar labores de seguimiento y/o soporte de personas con duelos complicados ya diagnosticados,

Prevención terciaria: asumir -también- el seguimiento y/o soporte de personas con duelos crónicos, de años de evolución y secuelas de por vida.

*Publicados con permiso de Holly Prigerson (2007)


Víctor Landa Petralanda
M. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Jesús A. García-García
M. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria

Grupo de Estudios de Duelo de Vizcaya. Especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria. Centros de Salud de Basauri-Ariz y Kueto-Sestao de Vizcaya

lunes, 11 de mayo de 2009

¿Qué es el duelo?

¿Qué es el duelo?

El duelo humano se define como una reacción adaptativa natural, normal y esperable ante la pérdida de un ser querido. El duelo no es una enfermedad, aunque resulta ser un acontecimiento vital estresante de primera magnitud, que tarde o temprano hemos de afrontar, casi todos, los seres humanos. La muerte del hijo/a y la del cónyuge, son consideradas las situaciones más estresantes por las que puede pasar una persona.

Características del Duelo:
Es un proceso único e irrepetible, dinámico y cambiante momento a momento, persona a persona y entre familias, culturas y sociedades. No es un proceso que siga unas pautas universales.

Se relaciona inequívocamente con la aparición de problemas de salud:
El riesgo de depresión en viudos/as se multiplica por cuatro durante el primer año.
Casi la mitad de viudos/as presentan ansiedad generalizada o crisis de angustia en el primer año.

Aumenta el abuso de alcohol y fármacos; la mitad de las viudas utilizan algún psicofármaco en los 18 primeros meses de duelo.

Entre un 10-34 % de los dolientes desarrollan un duelo patológico.
Aumenta el riesgo de muerte principalmente por eventos cardiacos y suicidio; los viudos tienen un 50% más de probabilidades de morir prematuramente, durante el primer año.

La población en duelo demanda un mayor apoyo sanitario, incrementando el consumo de recursos, quizá por la pérdida de las redes sociales y con ellas de muchos de los recursos clásicos para el doliente (familiares, religiosos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo,...).

En un reciente estudio realizado en atención primaria, la tasa promedio anual de consultas al centro de salud resultó ser un 80% mayor entre los dolientes que en el resto de la población. En otros estudios se obtienen resultados similares; en viudas el número de consultas se dispara en un 63% en los 6 primeros meses9 y en viudos se multiplica por cuatro durante los 20 primeros meses.

Cronología del duelo:
La enorme variabilidad del duelo depende de las características de la persona en duelo, su situación personal y antecedentes, de “quien” es la persona fallecida para el doliente, de las causas y circunstancias de su fallecimiento, de las relaciones sociofamiliares, y de las costumbres sociales, religiosas, etc. de la sociedad en la que vive. A pesar de toda esta enorme variabilidad se puede describir a grandes rasgos la evolución del duelo a lo largo del tiempo, para ello fragmentamos artificialmente el proceso de duelo en fases o períodos que reúnen unas características y nos ayudan a entender lo que sucede en la mente del doliente:

Duelo anticipado (pre-muerte). Es un tiempo caracterizado por el shock inicial ante el diagnóstico y la negación de la muerte próxima, mantenida en mayor o menor grado hasta el final; también por la ansiedad, el miedo y el centrarse en el cuidado del enfermo. Este período es una oportunidad para prepararse psicológicamente para la pérdida y deja profundas huellas en la memoria.

Duelo agudo (muerte y peri-muerte). Son momentos intensísimos y excepcionales, de verdadera catástrofe psicológica, caracterizados por el bloqueo emocional, la parálisis psicológica, y una sensación de aturdimiento e incredulidad ante lo que se está viviendo. Es una situación de auténtica despersonalización.

Duelo temprano. Desde semanas hasta unos tres meses después de la muerte. Es un tiempo de negación, de búsqueda del fallecido, de estallidos de rabia, y de intensas oleadas de dolor y llanto, de profundo sufrimiento. La persona no se da cuenta todavía de la realidad de la muerte.

Duelo intermedio. Desde meses hasta años después de la muerte. Es un tiempo a caballo entre el duelo temprano y el tardío, en el que no se tiene la protección de la negación del principio, ni el alivio del paso de los años. Es un periodo de tormentas emocionales y vivencias contradictorias, de búsqueda, presencias, culpas y autorrepoches,... donde continúan las punzadas de dolor intenso que llegan en oleadas. Con el reinicio de lo cotidiano se comienza a percibir progresivamente la realidad de la pérdida, apareciendo múltiples duelos cíclicos en el primer año (aniversarios, fiestas, vacaciones..) y la pérdida de los roles desarrollados por el difunto (confidente, amante, compañero, el chapuzas, ...). Es también un tiempo de soledad y aislamiento, de pensamientos obsesivos,... A veces es la primera experiencia de vivir sólo, y es frecuente no volver a tener contacto físico íntimo ni manifestaciones afectivas con otra persona. Se va descubriendo la necesidad de descartar patrones de conducta previos que no sirven (cambio de estatus social) y se establecen unos nuevos que tengan en cuenta la situación actual de pérdida. Este proceso es tan penoso como decisivo, ya que significa renunciar definitivamente a toda esperanza de recuperar a la persona perdida. Finalmente los períodos de normalidad son cada vez mayores. Se reanuda la actividad social y se disfruta cada vez más de situaciones que antes eran gratas, sin experimentar sentimientos de culpa. El recuerdo es cada vez menos doloroso y se asume el seguir viviendo. Varios autores sitúan en el sexto mes el comienzo de la recuperación, pero este período puede durar entre uno y cuatro años.

Duelo tardío. Transcurridos entre 1 y 4 años, el doliente puede haber establecido un nuevo modo de vida, basado en nuevos patrones de pensamiento, sentimiento y conducta que puede ser tan grato como antes, pero sentimientos como el de soledad, pueden permanecer para siempre, aunque ya no son tan invalidantes como al principio. Se empieza a vivir pensando en el futuro, no en el pasado.

Duelo latente (con el tiempo...) A pesar de todo, nada vuelve a ser como antes, no se recobra la mente preduelo, aunque sí parece llegarse, con el tiempo, a un duelo latente, más suave y menos doloroso, que se puede reactivar en cualquier momento ante estímulos que recuerden...


Víctor Landa Petralanda M. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Jesús A. García-García M. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria

lunes, 4 de mayo de 2009

Ante la muerte de un hijo...

Ante la muerte de un hijo, ellas buscan el "porqué" y ellos a los culpables
Archivado en: EFE Actualizado 01-04-2009 11:18 CET

Madrid.- Ante la muerte de un hijo las madres "miran hacia adentro, intentado dar respuesta al porqué", mientras los padres optan por centrarse en "la búsqueda de los culpables, la negligencia o el mal diagnóstico", ha explicado a EFE el profesor y antropólogo de la Universidad de la Laguna Alfonso García.

El modo en que encaran el duelo las personas que han perdido a un hijo ha sido estudiada y analizada por este experto, quién, en los dos últimos años, ha dirigido el proyecto "Para siempre en el corazón", en el que han participado 40 padres y madres.

"La muerte prematura pesa bastante a la hora de buscarle una coherencia a lo acontecido", explica a EFE Alfonso García, también presidente de la Sociedad Española e Internacional de Tanatología. "Los dolientes que han perdido hijos -subraya- transforman los vínculos con sus hijos hacia formas que les permiten mantenerles como un elemento importante de sus vidas".
El proyecto "Para siempre en el corazón" ha agrupado en los dos últimos años a padres y madres entre los 23 y los 72 años, de diferentes niveles culturales y sociales y creencias diversas: católicos, agnósticos, ateos, bahai's, entre otros.

Iniciado en 2007, el proyecto tiene como objetivo, junto al de prestar apoyo y atención a los familiares, la elaboración de materiales y herramientas útiles para comprender y dar significado a quienes viven la pérdida de seres queridos, y "construir la memoria individual y colectiva de ellos y sus hijos".

Esta experiencia será presentada públicamente el próximo 3 de abril en el Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) bajo la denominación "Espacios para el recuerdo", y durante un mes será "un espacio de visibilización de las conversaciones y prácticas llevadas a cabo por esos padres y madres, un lugar para abundar en la necesidad de reconciliar la muerte y la vida", explica García.

Proyecto que irá acompañado de una exposición escultórica y varios cortos, todo ello realizado por este antropólogo, así como de charlas y mesas redondas.

La mayoría de los participantes en el proyecto perdieron a sus hijos en el primer año de vida, otros en accidentes o a consecuencia de enfermedades. Sin embargo, Alfonso García no ha tenido contacto con dolientes de muertes violentas, como homicidios o suicidios, es decir con personas que hayan pasado por las vivencias del padre de Marta del Castillo o de Mari Luz.

"La falta de capacidad para entender la pérdida del ser querido es lo que les aleja de aquellos cuyas muertes fueron anticipadas porque padecían una enfermedad terminal o predecible" explica el antropólogo.

"Encontrar sentido en las experiencias de pérdida predice una adaptación positiva, -agrega- mientras que una lucha persistente y fracasada en esa búsqueda del sentido, se asocia con formas de duelo complicadas, intensas y crónicas".

"El duelo -explica- en el fondo lo que busca es elaborar, dar significado a la pérdida. Volver a buscar al hijo en el lugar en el que pueda ser entendible y establecer una serie de significados de nuestra propia identidad que se rompe y de la identidad de nuestros hijos y del mundo que nos rodea".

¿Como se da significado a la muerte de un hijo?. Alfonso García opina que desde el momento que los padres entienden que no deben seguir buscando el porqué le tocó a su hijo, sino que lo asumen, dan el salto y piensan en lo que les aportó en vida "están dando un significado al proceso".

"Eso no quiere decir que se sientan bien. A veces sólo aprenden a vivir con el dolor de haber perdido a un hijo. Pero no se quedan encerrados en el porqué. Esa es la diferencia", agrega este experto que con su trabajo persigue "construir formas de conservar y significar los recuerdos".

Padres en Proceso de Duelo es un espacio para compartir...

Te invitamos a formar parte de esta Comunidad de ayuda mutua, para Padres en Proceso de Duelo; nos une la pérdida de uno o más de nuestos hijos, así mismo aquellos hermanos, familiares que comparten con nosotros está nueva e inevitable, etapa de nuestra vida, porque después de ésto la vida nos cambia y queremos que sea para ser mejores seres humanos... y aprendamos a compartir todo...empezando por el dolor... hasta la forma como nos estamos recuperando.

Padres en Proceso de Duelo es un espacio para compartir, hablar, reflexionar y escribir nuestras experiencias vividas hasta el día de hoy...el mañana el tiempo lo dirá...

En Padres en Proceso de Duelo te proponemos un "Un cómo hacerlo" a través de 7 niveles de "Crecimiento Existencial y transformacíón del dolor"

Sabrás...


Sabrás del dolor y de la pena de estar con muchos, pero vacío...
Sabrás de la soledad de la noche y de la longitud de los días...
Sabrás de la espera sin paz y de aguardar con miedo...
Sabrás de la soberbia de aquellos que detentan el poder y someten sin compasión...
Sabrás de la deserción de los tuyos y de la impotencia del adiós...
Sabrás que ya es tarde y casi siempre imposible...
Sabrás que eres tú el que siempre da y sientes que pocas veces te toca recibir...
Sabrás que a menudo piensas distinto y tal vez no te entiendan...

Pero sabrás también:

Que el dolor redime...
Que la soledad cura...
Que la fe agranda...
Que la esperanza sostiene...
Que la humildad ennoblece...
Que la perseverancia templa...
Que el olvido mitiga...
Que el perdón fortalece...
Que el recuerdo acompaña...
Que la razón guía...
Que el Amor dignifica...

Porque lo único que verdaderamente vale es aquello que está dentro de ti, y por encima de todo esta Dios.

"Descubrelo y así hallaras la verdadera Paz"

Les prestaré a uno de mis hijos...



El Señor dijo:

Les prestaré a uno de mis hijos durante algún tiempo, para que lo amen mientras viva y lo lloren cuando muera. Pueden ser seis o siete años, o veintidos o veintitres.

Pero ¿Podrán cuidarlo por mi hasta que yo lo vuelva a llamar?Les alegrará con sus encantos, pero su estancia será breve.

Tendrán sus hermosos recuerdos como consuelo para su dolor.

No puedo prometerles que se quedará, ya que todo lo de la tierraregresa.

He buscado por todo el mundo verdaderos maestros y, de las multitudes que llenan las filas de la vida, Yo los he elegido a ustedes.

Le darán todo su amor sin pensar en lo infructuoso del esfuerzo.

Tampoco me odien en el momento que vaya a llamarlo, a traerlo nuevamente conmigo.

He creído escucharles decir:"Querido Señor, hagase tu voluntad. Por toda la alegría que tu hijonos traerá, correremos el riesgo del sufrimiento.

Lo abrigaremos con ternura, lo amaremos mientras nos permitas y, por la felicidad que hemos conocido, siempre te estaremos agradecidos... Pero, si los ángeles lo llaman mucho antes de lo que deseamos, soportaremos la amarga pena y trataremos de entender"

"GRACIAS SEÑOR POR LA OPORTUNIDAD QUE TUVIMOS DE TENERLOEN NUESTROS BRAZOS, HABERLO PODIDO BESAR Y DECIRLE CUÁNTO LO QUEREMOS"

Gracias por su visita!! Esperamos que esta página le ayude en su Proceso de Duelo.

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